Siria: La
recuperación de Palmira representa un triunfo sobre la barbarie
Por: Javier Alexander Roa
Síntesis histórica de Palmira
patrimonio arqueológico de la humanidad
El 27
de marzo de 2016, queda marcado para la historia como la fecha en la cual, el ejército árabe de Siria con apoyo de la Federación Rusa, las milicias
libanesas de Hezbolá y las brigadas populares de defensa sirias, recuperaron el
control de la ciudad arqueológica de Palmira en la provincia de Homs, la cual
estuvo bajo el poder de los extremistas del "Estado Islámico" durante
un año.
Esta ciudad al nordeste de Damasco, en el centro de
un oasis del desierto de Siria, "alberga las ruinas monumentales de una
gran ciudad que fue uno de los centros culturales más importantes de la
Antigüedad. Sometidas a la influencia de diversas civilizaciones, la
arquitectura y las artes de Palmira fusionaron en los siglos I y II las
técnicas grecorromanas con las tradiciones artísticas autóctonas y persas".
Palmira (palmera), anteriormente conocida como
Tadmur (dátil), igual que el resto de las ciudades sirias, para el año 64 antes
de Cristo, era una dependencia territorial del imperio Romano.
A partir del año 106 después de Cristo y por la
decadencia de la ciudad de Petra (actual Jordania), permitió que Palmira
entrase en una época de prosperidad y prestigio comercialmente hablando: los
productos exóticos del Oriente transitaban por ese asentamiento en caravanas
que viajaban hasta Emesa (Homs) y hasta el mar mediterráneo.
En el año 212, a través de la "Constitutio
Antoniniana", Caracalla (emperador romano de la dinastía de los
Severos, con el nombre oficial de Marco Aurelio Severo Antonino) atribuyó la
ciudadanía romana a todos los sujetos libres del imperio y declaró a Palmira
colonia romana. Paralelamente el imperio Persa de la dinastía de los Sasánidas
iba conquistando territorios del Tigris y del Éufrates. Roma, para entonces,
estaba sumergida en luchas internas sangrientas por el poder, lo que facilitó a
los Persas controlar territorios que estaban bajo el protectorado del
imperio romano. Palmira, gobernado por el príncipe Septiminio Odenato, opuso
resistencia y logró importantes victorias contra los Sasánidas.
Tras el asesinato de Odenato en el año 267 de la
era cristiana, Zenobia su esposa, comenzó a gobernar la ciudad de Palmira en
nombre de su joven hijo heredero Wahballat. Zenobia, astutamente, aprovechó las
disputas en el interior del imperio por la corona del mismo, se sublevó e
intentó crear su propio imperio con la intención de dominar a los dos que le
flanqueaban, el romano y el sasánida. Su ambición y por razones económicas,
Zenobia realizó varias batallas, sus victorias le permitieron una serie de
conquistas: Egipto, Antioquía (Turquía), una parte del Asia Menor. Zenobia
reivindicó la parte oriental del imperio romano, hecho que no aceptó el
emperador Romano Aureliano, quien había reunificado al imperio y fortalecido su
propia posición en sus territorios. Aureliano, para detener las ambiciones de la
reina Zenobia, quien había declarado la independencia de Palmira del Imperio
Romano, organizó a sus tropas y las envió a combatir a Palmira y obligó a
Zenobia a rendirse en el año 273 D.C. La hizo prisionera y la llevó a Roma
donde murió.
Desde entonces, la ciudad de Palmira se transformó
en una fortaleza militar para los romanos, esto provocó un éxodo de los habitantes
hacia los pueblos cercanos, con mejores tierras para la siembra y mejor
estabilidad para el comercio. Luego, sirvió de guarnición para las tropas
europeas durante las cruzadas. En el siglo XIII es saqueada por los mongoles y
no dejará de declinar bajo el imperio Otomano.
Tadmur o Palmira, que había sido un importante
Oasis de agua en medio del desierto, una importante ciudad del itinerario
comercial ruta de la seda que unía, Bagdad, Persia, India y China con el
imperio Romano, que estrechaba la encrucijada de varias civilizaciones en el
mundo antiguo, de pronto se hundió en la decadencia y en el abandono de la
ciudad, que el tiempo se encargó de castigarla hasta dejarla en ruinas.
Algunos Monumentos destruidos por el Estado
Islámico
Luego de alcanzar la independencia de Francia y de
sobreponerse de continuos golpes militares durante el siglo XX, la República
Árabe Siria comenzó a estabilizarse social, política y económicamente a partir
del gobierno del Presidente Hafez Al – Assad y que continuó con el actual
Presidente (reelecto con el voto popular) Bashar Al – Assad.
Sin embargo, la nación árabe, siguió y sigue
arrastrando las secuelas dejadas por el imperio Otomano a través de los
diferendos fronterizos, la Segunda Guerra Mundial que trajo la división de su
territorio geográfico, las resoluciones de la Organización de Naciones Unidas
con la creación del Estado de Israel y la guerra de Estados Unidos en Irak,
provocando el éxodo de los palestinos e iraquíes hacia territorios sirios
causando un crecimiento demográfico.
Pero, también trajo apoyo desde Europa y de países
hermanos árabes, el apoyo técnico, moral y financiero para diversificar la
economía, mejorando las técnicas agrícolas, industriales e incorporando
novedades en la atracción del turismo internacional a través de los vestigios
en ruinas de su historia antigua, donde se cruzaron muchas civilizaciones y
donde ciudades como Alepo, Hama y Damasco, entre las más antiguas ciudades del
mundo habitadas continuamente, fueron carnada para la atracción de
historiadores, arqueólogos, estudiantes, arquitectos, ingenieros, fotógrafos y
todo tipo de personas, quien comenzaron a realizar importantes visitas a Siria,
llegando el Turismo ser, para el año de 2010, una de las fuentes más
importantes de entrada de ingresos al país, que fue interrumpido abruptamente a
partir del año 2011 cuando empezaron a infiltrarse, en ciudades importantes de
siria, grupos de mercenarios y que desembocó en una guerra por todo el país que
aún está en desarrollo.
La ciudad de Palmira, declarada patrimonio
arquitectónico de la humanidad por la UNESCO en 1980 (junto a otras maravillas
arquitectónicas como el teatro romano de Bosra que también fue una importante
ruta de las caravanas que conducía a La Meca, El Crac de los Caballeros que fue
construido por la Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén,
durante las cruzadas, entre 1142 y 1271, Maalula uno de los últimos reductos de
la cultura y lengua aramea, Ugarit (Tell Shamra), ciudad que hizo importantes
contribuciones a la escritura y a la religión, tanto semítica como en las fases
iniciales del judaísmo, el hermetismo, entre otras corrientes religiosas y
filosóficas), se transformó en la referencia preferida de los turistas, que año
tras año visitaron a Palmira para conocer su historia, vivirla de cerca entre
columnas y monumentos que sobrevivieron a las inclemencias del tiempo y a la
barbarie del hombre.
En mayo de 2015, el grupo extremista del Estado
Islámico, posesionó parte de su grupo y armas bélicas en las periferias y
dentro de las ruinas de la ciudad de Palmira (como lo hiciera en el pasado los
romanos, los persas, los ejércitos europeos durante las cruzadas, los
mongoles), como punto de organización y expansión territorial, con la
diferencia a sus predecesores invasores, que el grupo extremista Estado
Islámico, conscientemente, destruyó importantes monumentos históricos que por
los momentos son irrecuperables.
Entre esta afectación intencional y bárbara de
destrucción por parte del grupo extremista Estado Islámico se encuentra los
monumentos como El Templo o Santuario Bél, construido sobre las ruinas
de un templo helenístico, Bél era la divinidad suprema de Palmira, el maestro
invisible del cosmos, comparado con Zeus el dios griego. Luego transformado en
fortaleza militar por los continuos invasores y conquistadores. El Arco de
Triunfo, construido bajo el reinado de Séptimo Severo entre los años 193 –
211 después de Cristo con importantes decorados en sus columnas. El
Santuario de Baalshamin (del siglo II), de origen cananeo es, de la misma
manera que Bél, el dueño del cielo, vinculado estrechamente con la lluvia, la
tempestad y la fertilidad. La Torre Funeraria de Jamblíco (83 d.c),
ubicada en el valle de las tumbas, durante su vigencia podían colocar 200
cuerpos en sus cuatro pisos. El Castillo Árabe o Qalaat Ibn Maan
construido sobre una colina por los mamelucos en el siglo XIII, sirvió de
fortaleza militar, de allí hoy día se puede divisar el valle de Palmira con sus
imponentes columnas.
También, el grupo extremista Estado Islámico
realizó excavaciones dentro de los sitios arqueológicos, pintaron emblemas de
amenazas sobre las ruinas, levantaron barricadas, saquearon y destruyeron
esculturas, bajorrelieves, artesanías exhibidas en el museo arqueológico de
Palmira. Afectaron con porras y mandarrias el Monumento León de Al Lat
perteneciente al siglo I, que daba la bienvenida a los historiadores,
arqueólogos y turistas del mundo al museo arqueológico. Y para sumarle más
horror al desquicio civilizado, el grupo extremista Estado Islámico sembró
minas anti-personas y antitanques dentro y fuera de la ciudad, con la finalidad
de destruir a Palmira totalmente.
Ellos, el Estado Islámico, genocidas de la memoria
histórica, no se conformaron con destruir monumentos importantes, también el 18
de agosto de 2015, decapitaron dentro del teatro de Palmira a Jaled Asaad,
uno de los principales arqueólogos sirios, de 81 años, después de haberlo
tenido retenido durante un mes.
¿Qué calificativos debemos ponerle a estos
irracionales que decapitan la historia de los pueblos? ¿Cómo los podemos
llamar?
Cuando interrogamos a los miembros del grupo
extremista del Estado Islámico sobre los motivos que los impulsa a destruir la
rica cultura histórica, ellos responden: 1)- No son monumentos árabes y ellos
tienen el objetivo de borrar de sus dominios territoriales todo aquello que
represente la civilización europea. 2)- Que la venta de estos objetos antiguos
les proporciona dinero para comprar armas, pagar salarios y financiar la
guerra.
Lo irónico del asunto es que la mayoría de los
miembros del Estado Islámico son europeos y no son musulmanes, son mercenarios
asalariados al servicio de gobiernos como los de Turquía, Francia, Gran
Bretaña, Estados Unidos de Norteamérica y de Monarquías como la de Arabia
Saudita y Catar.
La guerra que desarrollan los grupos mercenarios
infiltrados en la República Árabe Siria, como el Estado Islámico, Al-Qaeda, Al
– Nusra y otros, persiguen el objetivo de destruir la memoria cultural del
pueblo sirio y sembrarle a la fuerza otra, lejos de la propia racionalidad
humana.
Gobierno sirio y aliados protectores de
civilizaciones
El gobierno del Presidente Bashar Al – Assad y
aliados como Irán, la resistencia armada libanesa Hezbolá y brigadas Iraquíes,
desde hace un tiempo vienen custodiando algunos monumentos religiosos
importantes para los musulmanes sunitas y chiitas a costo de cuantiosas pérdidas
de vidas.
Las autoridades sirias han puesto bajo resguardo
varios objetos de importancia histórica de algunos museos y monumentos
escultóricos, principalmente de las ciudades alcanzadas por la guerra, como
Alepo, Hama, Homs, Deir Ezzor, Daraa, previendo esta horrible acción vandálica
y bárbara contra la historia de la humanidad de grupos terroristas como el
Estado Islámico y Al – Nusra.
Tras recuperar el control de la ciudad arqueológica
de Palmira en la provincia de Homs, inmediatamente, los expertos y responsables
del gobierno sirio comenzaron a coordinar estrategias para evaluar, documentar
y elaborar un plan con el fin de recuperar, reconstruir y recuperar todos
aquellos monumentos, museos, espacios patrimoniales de la República Árabe
Siria, afectados por la guerra. Aunque los expertos ya han afirmado que muchas
de las zonas afectadas y monumentos tardaran años para su restauración
dependiendo de los recursos económicos destinados y las condiciones adecuadas.
Por su parte Rusia implementó acciones de apoyo con
el envío al país árabe de unidades de expertos y robots para deshacerse de las
minas terrestres sembradas por los terroristas del Estado Islámico en la ciudad
de Palmira.
La UNESCO enviará especialista para colaborar con
el gobierno de Siria en la evaluación de los daños patrimoniales
arquitectónicos y en la recuperación de los mismos.
Así como lo hizo en el pasado, tras la invasión de
los romanos y librar grandes luchas contra las tropas de las cruzadas, los
mongoles, el imperio otomano y Francia, la República Árabe Siria, está
dispuesta a reconstruirse y seguir preservando su memoria.
La barbarie que destruye todo no puede sobrevivir
por encima de las civilizaciones que lo construyen todo.
…….
Javier Alexander Roa. Poeta y Escritor, residenciado
en la República Árabe Siria / @RoaJavier
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