Fracasaron los planes de
Occidente contra Siria
El
ejército sirio izó la bandera nacional en la ciudad de Daraa, al sur de la
República Árabe Siria, frontera con Jordania, los territorios ocupados de
Palestina y Altos del Golán, como símbolo de victoria sobre el terrorismo y
sobre la coalición guerrerista internacional liderada por Estados Unidos de
Norteamérica, que durante siete años ha jugado sucio (igual que Israel),
utilizando todos los medios coercitivos bélicos de armas, medios de
comunicación, bloqueo económico, infiltración de terroristas y la provocación
con la utilización de armas químicas contra la población civil siria, con el
firme propósito de culpar y derrocar al gobierno liderado por el presidente
Bashar al-Assad.
Todos
los intentos de Washington durante los gobiernos de Barack Obama y el tiempo
que lleva el gobierno de Donald Trump para derrocar al presidente Bashar
al-Assad e imponer un nuevo gobierno sirio que se ajuste a sus intereses, no
solo han fracasado, sino que ha dado paso para que los grupos de
resistencia árabe anti-imperialista de la región de Medio Oriente se hayan
cohesionado, hayan formado un frente armado capaz de derrotar a las fuerzas
invasoras occidentales en cualquier territorio árabe.
La
guerra en Siria ha desenmascarado a las políticas occidentales, a los
laboratorios mediáticos y a las propias organizaciones internacionales.
Mentiras
como la que en Siria se desarrollaba una guerra religiosa entre sunitas y
chiítas, que el gobierno sirio era un peligro para la región y el mundo por
poseer armas químicas, que la oposición (siguiendo la ola de "la primavera
árabe") había hecho surgir una "revolución popular" o
"guerra civil", que había comenzado con protestas populares en
febrero de 2011 en la ciudad de Daraa, o que los "shabijas" de la
policía siria masacraban al pueblo, cuando en realidad era que Occidente había
infiltrado francotiradores extranjeros para que dispararan a manifestantes y
policías y crear confusión entre el pueblo, culpar al gobierno de Bashar
al-Assad, para que pueblo y gobierno se enfrentaran y de esta manera justificar
una intervención militar extranjera.
Todo ese
laboratorio ha quedado al desnudo y en una gran mentira que quisieron imponerle
al mundo. Hoy sabemos que el gobierno del presidente Bashar al-Assad estuvo y
está librando una guerra contra el terrorismo internacional, y que con ayuda de
la fuerza militar de Rusia, grupos de resistencias de la región como Hezbolá
del Líbano, Hezbolá de Irak, Fatimiun de Irán, Brigada Hasan al Mujtaba de
Irak, Saraya al-Ghalboun del Líbano, Fuerza al-Quds de Irán, Brigada Imam
Hussein de Irak, Brigada Zeinabioun de Pakistán, Milicia Ansar Allah de Yemen,
Milicia Haidarium de Irak, Partido Nacional Social de Líbano, Brigada
Fatamiyoun de Afganistán, Milicia Saraya al-Mukhtar de Bahrein, Brigada Amar
Bin Yasser, milicias palestinas y milicias sirias, con asesoramiento militar de
Irán, están a semanas (con la batalla final que pronto se dará en la ciudad de
Idlib al noroeste de Siria) de recuperar casi en su totalidad el territorio de
la República Árabe Siria.
El
tiempo ha sacado a la luz pública quiénes son los países patrocinadores del
terrorismo internacional, quienes contratan a los terroristas, quiénes los
financian y los utilizan como satélites o fuerzas multilaterales paramilitares
para desestabilizar gobiernos en el mundo, como quisieron hacerlo en Siria,
infiltrando al-Qaeda y formando nuevos grupos mercenarios dentro del país árabe
para futuras acciones en países de África, Asia y América Latina.
Hoy el
mundo sabe que Estados Unidos de Norteamérica y la OTAN tejieron una
urdimbre de organizaciones como las organizaciones no gubernamentales (ONGs),
bajo la fachada de Defensores de Derechos Humanos, los Médicos Sin Fronteras,
periodistas anónimos en el campo de batalla, cuyas funciones principales fueron
y han sido la desinformación, la tergiversación de la verdad, la creación de
expedientes falsos intimidatorios contra funcionarios militares y del Estado,
para crear matrices negativas contra un gobierno y culparlos de los males que
padece ese o esos países, caso Libia, Irak, Afganistán y Siria. Un ejemplo de
esa urdimbre de organizaciones protegidas y financiadas por Estados Unidos, la
Unión Europea y la OTAN son los "Cascos Blancos" infiltrados en Siria
con la función de desinformar, combatir, espiar, manipular y crear expedientes
de funcionarios, mapas de las posiciones del ejército de Siria y participar en
la elaboración de planes guerreristas en contra del gobierno del presidente
Bashar al-Assad.
Esta
utilización del terrorismo por parte de Estados Unidos y la OTAN en todas sus
dimensiones como una gran red, que abarca todas las acciones que van desde
combatir con armas, causar caos en zonas urbanas, tratar de asimilar la cultura
religiosa de un pueblo para manipularlo, hasta la propaganda masiva en los
distintos medios de comunicación donde resaltan su supuesto heroísmo, o para
manipular psicológicamente a través de informativos tergiversados, sirvió a las
potencias occidentales como un laboratorio de prácticas y ensayos, que
posiblemente sean utilizadas en futuras intervenciones en otros países.
Las
derrotas continuas que ha ejecutado el ejército sirio y aliados a los grupos
terroristas infiltrados en Siria, también han sido una derrota para Estados
Unidos, Israel, la Unión Europea, los países del golfo árabe-pérsico, Turquía y
la OTAN, que han visto cómo su poder e influencia sobre Siria ha disminuido,
poniendo en evidencia las debilidades del sistema político y militar de
Occidente, mientras las fuerzas militares como las de Rusia, Siria e Irán
sobresalen ante los ojos de la comunidad internacional.
"Durante
los últimos siete años de agresión, el ejército sirio ha demostrado al mundo
que es una escuela de sacrificio, valentía y patriotismo, y que con su
fortaleza ha hecho posible derrumbar las murallas del terrorismo", afirmó
el presidente Bashar al-Assad durante la Celebración de los 73 años de la
Fundación del Ejército Árabe Sirio.
El
triunfo del ejército sirio sobre los grupos terroristas al sur de
Siria generó de inmediato que los cascos azules de la Fuerza de las
Naciones Unidas de Observación de la Separación (UNDOF por sus siglas en
inglés, que habían sido expulsados por el Estado Islámico en agosto de 2014) se
desplegaran nuevamente a sus posiciones en la línea de demarcación del
territorio en reclamación del Golán, bajo la protección de la policía militar
rusa, que estableció ocho puntos de observación para preveer cualquier
provocación de la parte israelí, ocupante desde 1973 del referido territorio
sirio.
La
recaptura por parte del ejército de Siria y aliados de casi todas las zonas y
territorios del país, invadidos por grupos terroristas, también ha provocado
que Estados Unidos de Norteamérica, quien tenía fuerzas militares estacionadas
en el campo meridional de la provincia de al-Hasakah en la base militar
improvisada en Rumailan, al norte de la provincia, esté trasladando su personal
y equipos bélicos hacia la base de Ain al-Assad, en el norte de Irak.
Sin
embargo, ahí permanecerán tropas europeas, en su mayoría francesas, y un número
limitado de británicos e italianos, que, según ellos, es para proteger a la
población kurda, aunque la presencia de estas fuerzas militares occidentales en
territorio sirio es considerada violatoria de las leyes y de las convenciones
internacionales, porque no tiene la aprobación o la invitación del gobierno del
presidente Bashar al-Assad.
En
síntesis, son fuerzas militares invasoras que están vulnerando la integridad
territorial, agrediendo la soberanía de un pueblo y violando el principio de la
igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos, consagrado en
la Carta de la ONU y en los Acuerdos Internacionales sobre Derechos Humanos.
La
victoria del ejército sirio y los aliados sobre los grupos terroristas ha
anulado otros planes geopolíticos y geoestratégicos de Occidente. Estados
Unidos, la Unión Europea e Israel tendrán que guardarlos para otro momento, si
las circunstancias y la historia se los permite, y uno de ellos es el plan para
dividir a la República Árabe Siria en varios Estados, basados en criterios
étnicos o religiosos, con el fin de asegurar la posibilidad de expansión y
dominación de Israel en la región.
También
anula la posibilidad de expansión de Turquía y la posibilidad de la creación
del Estado kurdo o el Kurdistán.
Con el
ondeo de la bandera siria en las ciudades de Daraa, Quneitra y Sweida, al sur
de Siria, que Occidente había calificado como zonas de distensión y donde
Estados Unidos había infiltrado más de 15 mil hombres armados, la mayoría
formando filas en el Frente al-Nusra (un grupo terrorista apéndice de al-Qaeda
y del Estado Islámico) y el Ejército Sirio Libre (ESL), cuyos objetivos eran:
1) debilitar las capacidades del ejército de Siria y capturar la capital,
Damasco, para derrocar al gobierno del presidente Bashar al-Assad, y 2)
declarar la independencia de estos territorios y crear un emirato independiente
en el sur de Siria, apoyado por Israel, Jordania y por la coalición
internacional liderada por Estados Unidos, si el Ejército de Siria se
atrincheraba para proteger a Damasco.
Los
planes de Occidente sobre Siria han fracasado, y todo comenzó el 30 de
septiembre de 2015, cuando Rusia aceptó la invitación formal del gobierno del
presidente Bashar al-Assad e iniciò a bombardear a los grupos terroristas
infiltrados en gran parte del país árabe.
Desde
esa fecha, se abrió otro capítulo en la historia mundial y ahora observamos
cómo el imperio estadounidense, junto a sus aliados europeos, se han ido
desmoronando, tanto así, que hasta su poderío militar ha quedado obsoleto en
comparación al desarrollo armamentista de Rusia.
Hoy la
defensa y la fuerza del ejército de Siria, en todos sus componentes militares,
no es la misma que antes de septiembre de 2015. Hoy cuenta con armas
suficientemente potentes como para derribar aviones y misiles enemigos, como lo
demostró en los últimos bombardeos e incursiones aéreas bélicas de Israel,
Estados Unidos y aliados.
Hoy
las tropas del ejército de Siria y los grupos de resistencia armados de la
región árabe son los más preparados del mundo para librar cualquier
situación de guerra. Estos combatientes se graduaron en el campo de batalla y
no en el interior de los cuarteles.
El
izamiento de la bandera en la ciudad de Daraa, al que Occidente pretendió
llamar "la cuna de la revolución" y que más bien se convirtió en la
tumba de todos los grupos terroristas, es una señal del renacer de la nueva
República Árabe Siria.